jueves, 3 de noviembre de 2011

Del cielo vino

Carisma, alegría, compasión, luz, cariño, vitalidad, calidez, amor, esperanza... Todas estas y muchas otras cualidades son propias de los ángeles, si, aquellos seres que nos llenan de luz y que creemos que están en el cielo pero, afortunadamente a mi me tocó conocer a uno aquí en vida y esta es la historia de un encuentro y reencuentro.

La primera vez que nos conocimos digamos que no fue un encuentro muy propio de un ángel pero no por eso fue malo, al contrario fue maravilloso; a raíz de este encuentro una fuerte conección nos unió y nosotros no lo sabíamos pero el destino ya nos había unido de una forma u otra.

Con el aprendí muchas cosas valiosas y gracias a su presencia yo no me perdí en este mundo tan complicado en el que nos tocó vivir, fue un guía y un excelente compañero mientras estuvo aquí y después... después supimos que nuestras vidas tenían caminos distintos y fue momento de separaranos quizás para no volvernos a ver... afortunadamente no fue así.

Pasaron algo así como 5 años para reencontranos y todo porque la vida me mandó a Guadalajara (esa ciudad que si no fuera por él creo que odiaría por lo que a mi sentir me ha quitado). Por supuesto que yo no quería en lo absoluto dejar mi ciudad ya que no estaba listo para hacerlo y mucho menos por todo lo que podría perder, que al final perdí pero digamos mejor que me lo ahorré. Su contacto permaneció en mi teléfono durante todo ese tiempo y al saber que tendría que ir a una temporada a su ciudad decidí escribirle, el nunca revisa sus correos y por algún presentimiento (historia que el me contó una vez que nos reencontramos) lo revisó y así nos pusimos de nuevo en contacto.

Desde que llegué a Guadalajara el se encargó de hacerme sentir en casa, ya saben, ese aroma dulce, la calidez de un hogar, la alegría de estar en tu lugar, el sentirte querido y acompañado... Recién llegado a Guadalajara, una historia en mi vida se detenía y la que iniciaba digamos que no era lo que esparaba, todo indicaba que yo podría volverme loco estando un un lugar ajeno a mi y siendo un desconocido total, pero el cielo me había enviado un ángel años atrás y gracias a el no me volví loco durante mi estancia en aquella dura ciudad para mi. Recuerdo los paseos por la ciudad, los entrenamientos juntos y las cenas que eran el escenario de pláticas que duraban horas y que muchas veces terminaban en mi suite hasta media noche o más, la calidez de su abrazo al dormir que no permitían que mi mente se escapara para andar los caminos de la locura.

Hace poco me tocó regresar a aquella ciudad sin embargo no tuvimos la fortuna de encontranos, aún así el estuvo presente en mi memoria y en mi corazón cada vez que pasaba por los lugares que alguna vez caminamos juntos... ¿te acuerdas del lugar natural al que me llevaste a desayunar junto a unas tortas y frente a una iglesia? bueno, no fuí a ese lugar pero si a las tortas de al lado y pude sentir la ciudad amigable como en aquellos tiempos (no es que la compañía en ese momento fuera mala, al contrario, fue una delicia compartir con cada uno de ellos y a su manera el viaje, pero la ciudad... la ciudad es y creo que seguirá siendo hostil para mi); cada vez que escucho alguna de las canciones que bajamos juntos una sonrisa llega a mi cara, gracias por todos esos buenos momentos.

Hoy sigo en contacto con este ser lleno de luz a quien agradezco que me salvara varias veces de perder la cordura, que me ha acompañado por esta vida y a quien estoy seguro que volveré a ver y no importa el tiempo que haya pasado sin vernos, el cariño y las ganas ahí siguen.

A ti te doy las gracias por ser un ángel en mi vida, por ser mi amigo.

Por cierto, mis zapatos siguen siendo un desastre y sigo sin bañarme por las noches jejeje.


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