miércoles, 23 de noviembre de 2011

3,453 minutos

Este es el relato de un viaje de reconciliación, de encontrar aquellas respuestas a algunas de las muchas preguntas que esta vida me ha planteado, un recorrido para olvidar rencores, para centrar la mente y las emociones en lo que realmente fue y no en lo que creí que pudo haber sido y, por otra parte, un reencuentro muy especial.


Esos minutos fueron exactamente los transcurridos desde que mi avión aterrizó y de nuevo despegó para dar por concluida mi visita a aquella mi ciudad hostil, Guadalajara. Una de las primeras anécdotas ocurre desde el avión en el cual, me doy cuenta que todavía existen padres que han proporcionado una gran educación a sus hijos y es que fue un gusto volar a un lado de un padre con su hijo que durante el trayecto compartieron un abrazo mientras dormían para despertar al aterrizar y comenzar un juego entre ellos, sin molestar a nadie y respetando el espacio ajeno.

Al bajar del avión aquel ser que vino del cielo estaba esperando por mí, un abrazo que se extrañaba tanto y que tomó varios meses para poder vivirse nos unió nuevamente y así esta aventura comenzaba. Minutos de pláticas para ponernos al día y contar el motivo de mi viaje, los cambios en su vida, lo nuevo y lo viejo de la ciudad… así pasó el tiempo mientras llegamos a aquél café en el que alguna vez desayunamos y tan buenos momentos compartimos, encuentros con gente nueva que me hicieron sentir bienvenido a Guadalajara, anécdotas un tanto chuscas y risas fueron complementaban el momento mientras degustábamos nuestros respectivos platillos.

La travesía continuó alrededor de la ciudad sin parar por instante alguno la plática maravillosa que nos regaló la sensación de que el tiempo no había pasado, que era apenas ayer cuando nos habíamos dejado de ver; llegamos a Andares para recordar nuestros paseos por las tardes y también recordar otros paseos que me regalaron tantas risas y que ahora recuerdo con nostalgia… librerías, tiendas de discos, cafés, etc. fueron testigos de este retorno a mi ahora querida hostil Guadalajara. Al tiempo nuestro apetito reaparecía y nos llevó a una nueva plaza para llegar al Osaka y vaya! Qué maravillosa comida, varios platillos al centro y unas cuentas botellas de sake mientras los sentimientos fluían, las anécdotas de los últimos meses se iban revelando… lágrimas, las inevitables lágrimas al añorar el pasado reciente salieron a flote… risas, las encantadoras risas al conocer su pasado reciente y lo bueno que este estaba tornando. Y al cine, la película elegida “Amanecer”, la cual me pareció bastante buena en comparación de la segunda y tercera parte que dejaron mucho que desear; una buena adaptación del libro, el sentimiento que Kristen Stewart siempre me ha provocado haciéndome siempre partícipe del mismo, el regreso a la fotografía y manejo de cámara de la grandiosa primera parte… en fin, este no es el espacio para el review.

Al salir llegamos a lo que sería nuestro hogar por los días y noches que pasaría en Guadalajara. El despertador sonó a las 23:00 para en teoría pegar un salto de la cama y salir de antro… nunca sucedió, ambos fingimos no escucharlo para seguir dormidos y descansar para prepararnos para un segundo día.

Un baño y listo para recorrer las calles en bicicleta, el soundtrack del recorrido me permitió recordar tanto, memorias que sacaron de lo más profundo de mi carcajadas pero también llanto, pensamientos sobre lo que para mí la ciudad me había quitado y no me había permitido tener… minutos de reflexión, el aire en mi rostro, la música en mis oídos, el sol cálido pegando en mis hombros, momento de comenzar a ver con otros ojos la ciudad mientras recorríamos el centro para tomar fotos, jugarnos bromas. Por si las horas pedaleando no hubiesen sido suficientes, al gimnasio a nadar de prisa antes de que cerrara y un baño para retomar ánimos y así seguir con el paseo a Chapala.

Que grandioso lugar, el atardecer y el pasar de la gente, la sensación de tranquilidad acompañada de un helado de nuez, papalotes, una tarjeta de iTunes que llegó como un encargo y que con gusto realicé. Momento de tomar carretera de nuevo para esta vez cantar aquellas canciones que alguna vez escuchamos juntos, nuevas canciones para mi, nuevas canciones para él, Buika, Solé Giménez, Sophie Ellis Bextor, Franco de Vita, Sade, Michael Bolton, Christina Aguilera, OV7, Pandora, Melanie C… sólo para darnos cuenta de lo grandioso que es cuando compartes gustos, sentimientos, ideas, momentos. Y así llegamos a Ajijic para recorrer sus calles empedradas que trajo a mi mente “Pueblito viejo” de Soraya, fotos, hoteles, bares… Momento de regresar para cenar en el café que fue testigo de tantas pláticas nocturnas y que una vez más nos tuvo ahí reflexionando sobre la vida, recordando mi estancia anterior en la ciudad, el tiempo que trabajé en la misma… y llega de nuevo el momento de dormir.


Despertador, cambio de coche, a correr a los Colomos lo que pudimos (he de confesar que aguantó más que yo) al terminar, en pants sudados, sin peinar, siendo libre, natural, siendo realmente yo, aquel que mucho tiempo no me había dejado ser y que ahora me atrevía a disfrutar, fuimos a desayunar: café, fruta, molletes, jugo y te. Y a recorrer ahora a pie la ciudad, visitando librerías para decidirme por “No me iré sin decirte adónde voy” de Laurent Gounelle, más pláticas y el momento de darme cuenta de que Guadalajara no me ha quitado nada, al contrario me ha dado grandes experiencias, algunas difíciles, ásperas y duras, otras alegres y encantadoras de vivir, al final vivencias que me han forjado el carácter y me han vuelto una persona más fuerte… gracias Guadalajara, mi ciudad hostil, ahora entiendo que no fuiste tu.

Un baño y a hacer maletas, el último paseo… aquel hotel, testigo de un gran fin de semana que ahora trae recuerdos que no puedo negar que siguen doliendo, lágrimas corriendo por mis mejillas al experimentar melancolía, nostalgia, añoranza, todo menos olvido, el darme cuenta que lo que se ha desarrollado en mí en el último mes (justo un mes este lunes de puente) es resignación ya que no me encuentro convencido y hasta ahora no puedo olvidar, siguen los recuerdos y los sueños presentes a cada momento y cada noche que me hacen recordar cuanto extraño, quiero aún y deseo, sólo me queda la interrogante de si verdaderamente esto es lo mejor pero tampoco puedo forzar … ya hablará la vida y por el momento me toca seguir adelante, duele pero no por eso sufro "pain is inevitable, suffering is optional" y gracias ha la vida hoy soy ua persona más fuerte capaz de seguir caminando, aunque eso no cambia el hecho de que a veces deseo cosas que no se pueden, quizás por ahora, tal vez nunca, a lo mejor algún día.

Una última parada sorpresa antes de partir, sólo alguien como él que me intuye tan bien pudo poner una sonrisa (aunque sólo fuera en mi rostro): una gran papa!

Un recorrido silencioso al saber que esta breve visita terminaba, una reconciliación con una ciudad, reflexión, crecimiento, un abrazo y una sonrisa fueron lo último de este viaje de reencuentros para así haber transcurrido 3,453 minutos al tiempo que mi avión despegaba.


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